Hablar con nosotros mismos (algunas veces, incluso, ¡en voz alta!) es algo que hacemos con tanta frecuencia que no nos damos cuenta de su importancia. Pero, según muchos psicólogos, “hablarse” es una buena costumbre que sirve de desahogo y rebaja la tensión emocional.
Sin embargo, no podemos hacerlo de cualquier forma. Hay que prestar atención a las palabras que utilizamos.
La primera norma parece fácil: hay que ser generoso con uno mismo. Más allá de reprocharnos por lo que no salió bien o culparnos continuamente por algo, es preferible motivarse, animarse y ser halagador con uno mismo. Di que eres guapa la próxima vez que te mires al espejo. ¿Porqué no?
En segundo lugar , no te “deleites” demasiado en asuntos del pasado o del futuro. En lugar de caer en este vicio, recuérdate mentalmente cuáles son tus objetivos actuales e intenta aprovechar al máximo el momento presente.
Por último, aunque resulte realmente complicado, date un respiro e intenta dejar tu mente en blanco por unos minutos. Dejar reposar nuestras ideas es, a veces, la mejor forma de aclararlas.